Hace un tiempo que conocí la bodega Mont Rubí gracias a amistades, su proyecto me llamó la atención desde el principio. Una bodega situada en la Denominación de Origen Penedès, fruto de la pasión vitivinícola y el amor por el vino con personalidad. Con intención de transmitir y plasmar su lugar de origen, los vinos de Montrubí son mayoritariamente monovarietales y, además, usan variedades autóctonas y típicas de la zona catalana. Sus vinos más conocidos son Black y White, su gama de entrada (¡y qué entrada!).
Lo que más llama la atención de estos vinos, a primera vista, es su imagen. Unas etiquetas monocromáticas que juegan con los acabados de impresión (relieve braile + barniz UV), diseñadas por el equipo de la propia bodega. Realmente un acierto ya que, aunque sean muy sencillas y minimalistas, las texturas les aportan una calidad y una presencia muy notable.
Cuando me empecé a plantear las imágenes que iba a crear con Black y White, tenía claro que quería jugar con la monocromática mientras plasmaba el perfil aromático de ambos vinos.
Black
Empecemos por Black, el primero que conocí y con el que trabajé. En mi corta época de somelier (sí, también tuve mi momento de somelier-camarera de vinos-chica para todo), tuve la oportunidad de tenerlo en la carta. Monovarietal de garnatxa negra sin crianza. Expresivo y fresco gracias a su juventud, afrutado gracias a la variedad de uva reina en Cataluña.
White
Después de tener claro lo que quería hacer con la versión tinta, la imagen de White me vino rápidamente a la cabeza. En este caso, se trata de un monovarietal de xarel·lo (la otra reina de las uvas catalanas), muy aromático y fresco.
De este modo, acompañé el vino Black con un gran conjunto de frutas negras y del bosque (como su nombre indica) y la botella de White con frutas blancas y jazmín.
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